VIAJANDO EN EL TREN DE LA PASIÓN
"El
Tren de Zhou Yu" es una bella pero en ocasiones fallida película. Se
podría decir que el casi siempre perfecto engranaje oriental que funciona
como una bomba de relojería, esta vez no acaba de explotar toda la magia
que lleva encerrada en sus planteamientos.
La estructura narrativa no es lineal y se mezclan dos historias en dos
tiempos distintos, unidas por la pasión por un mismo hombre y para complicarlo
un poco más, las dos mujeres de ambas historias están interpretadas
por la misma actriz, Gong Li, eso sí, con corte de pelo distinto.
No es que resulte excesivamente complicado seguir la trama entrelazada,
aunque al principio puede llevar al despiste, pero da la impresión de
que las piezas no acaban de encajar, posiblemente porque se da demasiada
importancia a una de las dos historias en detrimento de la otra, convirtiéndola
en algo bastante desdeñable sino fuera por el momento final donde una
pieza fragmentada de una vasija de porcelana sirve de unión mágica a
ambas historias.
La sinopsis central podría detallarse como la historia de amor entre
una pintora de porcelana y un poeta, aunque a medida que avanza el relato
esta pierde interés y se centra en la relación entre la pintora y un
veterinario cuando se conocen en uno de los viajes en tren que ella
debe hacer para visitar a su novio.
De las imágenes del film se desprende un romanticismo exacerbado, a
veces casi incomprensible, una historia que nos habla de la frontera
entre el amor y la pasión, entre lo real y lo fantasioso, entre la vida
y la muerte.
Gong Li sigue siendo la auténtica musa del cine oriental y en su doble
papel vuelve a mostrar su riqueza interpretativa y su apasionada frialdad,
y en esta ocasión está bien secundada por sus compañeros de reparto.
También es de destacar la banda sonora compuesta por Shigeru Umebayashi
que consigue trasladarnos a ese mundo donde el amor duele y nos hace
sentir vivos a un tiempo, y como siempre la espléndida fotografía de
esta cinematografía, que en esta ocasión corre a cargo de Wu Wang.
La tarea de Zhou Sun en la dirección resulta irregular y combina momentos
muy intensos con otros algo aburridos o innecesarios, no consiguiendo
mantener su pulso narrativo y sufriendo algunos altibajos. Pese a todo
consigue realizar una película interesante, con bonitos encuadres y
escenas de gran belleza plástica y simbólica, como cuando el veterinario
después de leerle la mano a la chica le dice que su destino está en
sus manos y que sólo tiene que cerrar su puño para atraparlo y en un
momento posterior la chica cierra su mano para sujetar la de él, encerrándola
en su destino.
En definitiva, una bella historia de amores equidistantes, de trenes
que se cruzan en distintas direcciones, de la complejidad de las relaciones,
de pasiones que perduran en el tiempo y en el recuerdo, pero sobretodo
de la búsqueda de uno mismo al reflejarse en el espejo de los otros.
U.C. (Daniel Farriol)